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La historia de perseverancia para promover la regeneración de suelos en Chile.

Cada vez que Isidora Molina (36) viajaba cuando niña desde Santiago al fundo de su tío en Panguipulli sentía una cercanía natural con el campo. Ya de mayor y con estudios de veterinaria, conoció de norte a sur la realidad rural del país mientras trabajaba en el Indap del Ministerio de Agricultura, experiencia que le sirvió para constatar que la tecnología empleada hasta entonces en el campo junto a las prácticas convencionales hacían que las tierras se deteriorasen por el uso de químicos.

Efecto Manada es un proyecto basado en los principios del manejo holístico, una metodología que logra que las planificaciones en el pastoreo permitan que los predios sean regenerativos y sustentables en el ámbito ecológico, social y económico. De este proceso pueden haber varios resultados: la prevención en pastizales secos, asegurar que haya una buena cantidad de alimento para los animales y aumentar la producción, porque los animales bien manejados fertilizan la tierra y hacen más rica la biodiversidad del suelo.

BUENA COLABORACION

“El camino para concretar el proyecto no fue fácil, sentía todo el tiempo que debía competir con hombres hasta que me di cuenta que lo esencial era la colaboración”, admite. Hoy Efecto Manada cuenta con el apoyo de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) y es parte del Savory Institute, un programa que agrupa los proyectos de manejo holístico alrededor del globo.

“Estoy a punto de poder vivir de esto después de mucho tiempo, tengo más conciencia de lo que hago porque ya gané experiencia. Miro para atrás y ‘digo menos mal que no lo dejé porque estoy agarrando vuelo”‘, cierra.

Artículo original de Francisca Pérez en Litoral Press.